La comida en la Weatherlight, el Vientoligero, no era del agrado de la tripulación. Sisay estaba consciente de eso. Como
capitana de la nave tenía que ver por los hombres en general, pero su decisión acerca de la “contratación” del cocinero tuvo un matiz de conveniencia: el cocinero en
cuestión, un goblin llamado Squee,
era dueño de uno de los artefactos que Sisay necesitaba para completar el Legacy, el Arma Legado.
El anillo que había encontrado
dentro de la cabina de la nave Weatherlight le había mostrado su misión:
encontrar los artefactos que, ensamblados, formarían el Legacy, el arma que destruiría
al Amo de las Máquinas. Su misión la
convirtió en un propósito de venganza, pues en sus viajes a lo largo de la
costa de Zhalfir supo que quienes habían destruido su aldea y matado a sus
padres eran agentes phyrexianos, seres de metal y carne que incluso podían
tomar forma humana. Se alegraba que su misión y su venganza fueran una sola.
Buscaría y encontraría los artefactos de Legacy y destruiría a Phyrexia.
Sisay
necesitaba primero una tripulación. De inicio optó por no decir o comentar
con alguien su misión. Prefería mantener un perfil bajo, dado que podía haber
agentes phyrexianos en cualquier parte. Encontró a Squee mientras cargaba
víveres en un puerto de la Bahía de
Perlas, al sur del continente de Jamuraa, pues la capitán tenía deseos de ir
hacia la isla de Madara, al sur
mismo del continente. Mientras estaba en uno de los mercados del puerto, vio
con sorpresa cómo un goblin se paseaba por los puestos del mercado, preguntando
por cada cosa que vendían los tenderos. Sisay lo encontró curioso pues
él analizaba lo que le respondían y hacía más preguntas. No era común que un
goblin estuviera fuera de su madriguera, mucho menos en un puerto y solo. La
verdad es que Squee era único entre
su familia. Considerado un genio, entre los goblins de Dominaria al menos,
había salido a buscar fortuna fuera de la esfera familiar. Era curioso hasta la
impertinencia. Sisay regresó al Weatherlight con el cargamento de víveres y
arriba de la nave se encontraba Squee, esperándola.
-
¿Eres Capitán?- Si, ¿qué puedo hacer por ti? – preguntó divertida Sisay
- Unirme a capitán y ayudar – respondió Squee sonriendo.
- Mmm… estamos un poco apretados y la comida escasea. – respondió Sisay cortésmente. Era una mentira, de hecho, necesitaba bastante ayuda para manejar en su totalidad la nave, pero no creía que un goblin pudiera servirle. - ¿Qué sabes hacer?
- Squee… yo… Squee… - el goblin se puso nervioso.
- Calma chico, tranquilo – Intentó apaciguarlo Sisay.
Squee, nervioso, sacó una pequeña bola
de metal de entre sus ropas y la comenzó a frotar, mientras balbuceaba. Sisay
vio el pequeño artefacto de metal y recordó que había visto algo similar en un libro que encontró juntó con el
anillo, en la cabina del Weatherlight. El
tomo Thran describía algunos de los artefactos que servían para construir el
Legacy y asombrada, Sisay reconoció el artefacto que el goblin traía en sus
manos.
-
¿Puedo ver tu juguete? – preguntó Sisay a un
nervioso Squee.- ¿Juguete? – Squee preguntaba mientras se aferraba aún más al artefacto.
- El que tienes en tu mano – Sisay intentó alcanzar la pequeña bola de metal.
- ¡Squee! – gritó asustado el goblin y corrió hacia la nave.
- ¡Agarren a ese goblin! – ordenó Sisay a los pocos hombres que había en cubierta.
No fue una tarea sencilla. Varias veces cuando atrapaban al goblin, éste se aferraba con las dos manos a la bola metálica y se escurría de las manos de sus captores.
- ¡Está bien! ¡Está bien!... puedes unirte. Pero tranquilo - Soltó Sisay, sorprendiendo tanto al goblin como a su tripulación.
- Squee… gracias… - dijo sonriendo – Yo feliz de ayudar.
- Muy bien, mi nombre es Sisay y soy la capitán del Weatherlight. ¿Cómo te llamas? ¿Qué sabes hacer?
- Squee… yo… squee… - El goblin se volvió a poner nervioso.
- Tranquilo… te llamaré Squee… y ya me mostrarás que puedes hacer.
El goblin
sonrió y asintió con la cabeza varias veces. Así fue como Squee entró a formar
parte de la tripulación de Weatherlight. En confianza, Sisay pudo examinar el
juguete de Squee y confirmó que era una parte del Legacy. Sin embargo al
preguntarle a Squee dónde lo había conseguido, el goblin no sabía explicarse
pero mencionaba a Argive. Sisay se convenció de que el goblin se refería a Nueva Argive y decidió que la Isla de
Madara podía esperar. Era un viaje largo, en especial para un goblin, pero era
su mejor pista.
La mano
derecha de Sisay era todo lo contrario al cobarde e impulsivo Squee. Tahngarth, un minotauro originario de
Talruum en la nación de Suq’Ata, era valiente y disciplinado. Había conocido a
Sisay cuando ambos fueron aprendices de piratas. Hábil y de rápido aprendizaje,
fue el primer miembro de la tripulación del Weatherlight, pues Sisay confiaba
en él, convirtiéndolo así en su primer oficial. Su madre fue muerta cuando una
revolución religiosa azotó a Talruum. Este suceso despertó en Tahngarth el
deseo de hacer justicia, ya que su madre fue una sacerdotisa que defendió lo que
era justo para su pueblo. Narcisista y vanidoso, el clan minotauro de Tahngarth
esperaba grandes cosas de él, pues era considerado un minotauro hermoso
y, según las costumbres de su clan, eso significaba que sería un gran guerrero.
Las formas de
ser de Squee hacían enfurecer muy
seguido a Tahngarth. De inicio no
logró comprender porque su capitán aceptó a un goblin para ser parte de la
tripulación. Coincidía con Sisay sobre el hecho de que al Weatherlight le
faltaba gente capaz, pero no consideraba que Squee fuera ese alguien. Varias
veces sacó el tema con Sisay de
por qué aceptó a Squee. Sisay esquivaba el tema, pero consciente de que
Tahngarth se molestaba y al no querer perder a tan gran elemento, un día estando
ella al timón, mandó llamar a Tahngarth.
-
Tahngarth,
sé de tu molestia con Squee, pero necesito que estés de mi lado en esto. No
puedo pedirte más paciencia… Has demostrado tu valía y confío en ti. – El
minotauro se sintió complacido - ¿Ves a Squee?- Si ahí está… sin hacer nada… debería gritarle.
- Hazlo – le ordenó Sisay.
- ¡Eh! ¡Squee! Agarra un trapeador, pedazo de tonto.
Squee volteó nervioso y se llevó las manos a sus ropas, sacando el artefacto que llevaba con él y que cada vez que se ponía nervioso lo frotaba.
- ¿Ves el aparato que sacó? Lo necesito.
Sisay entonces
le contó cómo su objetivo era conseguir todos los artefactos de Legacy, que
esos artefactos se convertirían en un arma con la cual podría destruir al Amo de las Máquinas, que era el
responsable de la muerte de sus padres. Tahngarth aceptó la explicación de su
capitán y en su corazón sintió que era justa. Él le ayudaría a conseguir el Legacy.
XI (Mirage)
El día había
pasado. Había sido otro más de un duro entrenamiento mágico. A Gerrard le dolía
la cabeza, se había dado cuenta de que no había comido durante todo el día. Se
dejó caer de espaldas. Sus compañeros Rofellos,
un elfo que venía del bosque de Llanowar,
y Mirri, una guerrera felina, lo
observaban. Rofellos le gritó:
-
¡Vamos humano! Sólo es el principio. Pero así
aprenderás a almorzar algo por las mañanas. No seas dramático.
Mirri soltó
una risita. A Mirri no le importaba si Gerrard
era dramático, quejoso o bromista. En las dos semanas que los tres habían estado
aprendiendo magia en el bosque de Yavimaya, Mirri se había enamorado de su
compañero humano.
Rofellos,
Mirri y Gerrard estudiaban bajo la tutela de Multani, el hechicero Maro del Bosque de Yavimaya. Con forma de
árbol, Multani era tan viejo como el bosque y compartía responsabilidades con
otros hechiceros Maro, cada uno espíritu de un bosque diferente a lo largo de
Dominaria. Cuando Mirri y Gerrard llegaron a estudiar a Yavimaya, Rofellos llevaba ya algún tiempo ahí, o
al menos fue lo que Multani les dio a entender. “Algún tiempo” pensó Gerrard,
“pero si los elfos viven siglos…”.
Rofellos no hablaba mucho, al menos
acerca de su pasado, así que nunca comentó cómo es que llegó del bosque de Llanowar al bosque de Yavimaya… ambos muy alejados uno del otro. Mirri por su parte, era
honesta al comentar que no sabía dónde había nacido. Desterrada desde cría por
tener los ojos de diferente color, uno verde y uno azul, su familia creía que
eso traería mala suerte. Su destreza y habilidad la habían hecho sobrevivir. Un
día, tratando de comer algo de alguno de los árboles, Multani la encontró y la
invitó a entrenar bajo su supervisión.
Gerrard en cambio era muy abierto a las
preguntas de sus nuevos amigos. Querían saber de dónde venía, quiénes eran sus
familiares. Gerrard incluso fue más allá y les habló de Karn, el gólem
plateado… Hasta que un día Multani le pidió que fuera más reservado.
-
Gerrard, no tienes nada que temer de Rofellos y de Mirri. Los conozco… a
ellos puedes confiar tu vida… sin embargo, en un bosque como éste, tan viejo,
hay cosas de las que no nos podemos fiar. Los árboles escuchan.
Gerrard
recordó cómo había llegado hasta el bosque de Yavimaya.
ooo
- Lo que hiciste hoy, Gerrard, tiene consecuencias para las cuáles no estaba preparado. - Sidar Kondo - se dirigía a su hijo adoptivo con gran pesar -
Tu ejecución no la puedo evitar. Sin embargo, tu viaje a Yavimaya puede ser lo
que necesitemos para que logres escapar. Karn
podría acompañarte, pero con él, no podrías escapar sin ser notado. En todo
Jamuraa sabrían quién eres por llevar un gólem plateado junto a ti. Sugiero que
lo dejes. El cuidará de tus cosas.
Sidar Kondo, estaba serio. Habían salido de la tienda dónde dejaron
a Vuel y a Starke. Su hijo de sangre
sería desterrado, mientras que su hijo adoptivo sería ejecutado. No resultó ser
el día festivo que esperaba.
-
No fue mi intención causar esto.
-
Lo sé Gerrard. Tu destino es diferente. No
tendrás intención de que las cosas pasen, pero tendrán que pasar.
ooo
Gerrard despertó en la noche.
Habían ya pasado meses desde que llegó a Yavimaya y sintió una extraña
sensación sobre soñar las últimas palabras que compartió con Sidar Kondo, antes
de ser invocado por Multani.
-
¿Estás bien? – preguntó Mirri.
-
¡Ah! ¡No hagas eso Mirri! – soltó con susto Gerrard.
-
¡Dejen dormir, enamorados! – dijo Rofellos.
Mirri se puso roja. A lo largo
del tiempo que llevaban en Yavimaya, era obvio para todo el bosque que Mirri
sentía algo más que amistad por Gerrard. Obvio para todos, excepto para
Gerrard.
-
Disculpa, no debí asustarme. Simplemente me
despertó un sueño… soñaba con mi padre, con Sidar.
-
No te preocupes, yo tampoco podía dormir.
-
¿También tuviste un sueño?
-
Si… aún lo tengo.
El sueño de Mirri era
diferente. Varias noches le gustaba ver a Gerrard, verlo dormir. Ella soñaba
con decirle lo que sentía por él. Pero nunca encontraba el momento
apropiado para hacerlo. En el sueño de Mirri, Gerrard y ella viajaban a
encontrar a su tribu. Durante el trayecto se encontraban con un guerrero
felino, que reclamaba a Mirri, a menos que Gerrard luchara en un ritual
místico, para ganar y tener el derecho de casarse con ella. Nada la hacía más
feliz. A veces el sueño terminaba así. Otras veces Mirri era quien debía pelear
por Gerrard… si perdía, se quedaría a vivir con su clan. Si ella ganaba, se quedaría con Gerrard, pero
no sería amada de la manera en que ella lo hacía. Mirri siempre ganaba.
A la mañana siguiente Mirri y
Gerrard aún dormían, desvelados por sus sueños. Rofellos despertó, desayunó y salió a llenarse del sol matutino. El
elfo había descansado muy bien, a pesar de los sueños de sus amigos. Al salir
no vio a Multani en el claro del bosque, lo cual lo puso alerta. Multani era un
ser de rutinas, y al no verlo recordó una conversación que había tenido con el
elemental hacía ya mucho tiempo.
-
Cuando llegue el momento. – dijo Multani. –
cuando él considere que está listo… o la misión se vea comprometida, empezará su
búsqueda… Tú, junto con Mirri, habrás de cuidar de él y guiarlo…
-
¿Cómo sabré cuando es el momento? – preguntó
Rofellos.
Rofellos se dio cuenta de que
el momento había llegado. Era hora de despertar a Mirri y a Gerrard y comenzar
su aventura.
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