VIII (Mirage)
Sidar Kondo estaba feliz. Era el día en que su hijo Vuel presentaría su rito de iniciación
como próximo jefe de la tribu Kondo, una vez que él se retirara. Había
visto convertirse a su hijo, pasar de ser un niño enfermizo hasta ser un hombre
fuerte y hábil en el arte de la guerra. Mientras Vuel era vestido y adornado
con la pintura ceremonial por su maestro Starke,
Sidar Kondo lo observaba, orgulloso.
-
Te ves muy guapo. – soltó una voz jovial.
-
Cállate Gerrard.
-
No, lo digo en serio Vuel… Hasta pareces hombre.
-
Quieto Vuel… Gerrard por favor retírate – le
pidió Starke.
Criado junto a Vuel por Sidar
Kondo, Gerrard no era hijo de éste
último. Gerrard lo sabía. Sidar, aunque lo había tratado como a su hijo, le
había dicho que sus padres eran de Benalia.
“¡¡Benalia y Jamuraa están muy lejos!!” le dijo Gerrard a Sidar la primera vez
que supo distinguirlos en el mapa que el viejo jefe de guerra tenía colgado en
su tienda. Ambos, Vuel y Gerrard, habían
crecido juntos, como hermanos. Ambos fueron entrenados en el arte de la espada por Starke.
Competitivos entre ambos, se trataban duro, pero había una gran amistad entre
los dos jóvenes.
-
¿Acaso estoy mintiendo? – preguntó Gerrard con
una sonrisa burlona
-
Deja a tu hermano en paz. Debe de estar
concentrado para el rito a medio día – Dijo sereno Sidar – Ven conmigo Gerrard.
Sidar y Gerrard salieron de la
tienda donde Starke preparaba a Vuel. Caminando Sidar le dijo:
-
Hoy es un gran día para Vuel. Pero también para
ti… quiero mostrarte algo. Algo que tu padre me pidió que te entregara.
-
¿Mi padre? – pregunto Gerrard abriendo los ojos.
-
Si… me pidió que te entregara lo que por derecho
es tuyo.
Gerrard estaba sorprendido.
Sidar nunca le había dicho que conocía a su verdadero padre. Consideraba a Sidar como
tal. Entraron a la Gran Carpa, que era dónde vivía el Gran Kondo. Gerrard, como
era la tradición bajó los ojos y los cerró, pues no se permitía abrirlos dentro
de la Gran Carpa so pena de quedar ciego.
- Debes obedecer al jefe de la tribu, ¿cierto
Gerrard?
- Sí, mi señor.
- Bien, abre los ojos.
- Quedaría ciego. – respondió Gerrard sonriendo.
- Vale la pena
Gerrard abrió los ojos. Frente
a él se encontraba un gólem de plata y detrás de él un cofre pequeño.
- Esto es tuyo Gerrard. Te lo dejó tu padre. Te
los estoy mostrando hasta ahora, porque en unos días Vuel será el nuevo Kondo
y estas cosas son tuyas… no son, ni serán para Vuel. En los próximos días
comenzarás un viaje hacia Yavimaya,
donde continuarás un entrenamiento especial. Mi deseo es que al volver seas la
mano derecha de tu hermano. Abre el cofre…
El gólem de plata sonrió y se
hizo a un lado, invitando a Gerrard a acercarse al cofre. Dentro estaban tres
reliquias la Piedra del Toque
(Touchstone), la Vara Nula (Null rod) y el Pendiente Reloj de Arena. Gerrard las tomó mientras el gólem
plateado lo observaba, sonriendo.
- Eres muy brillante – Le dijo Gerrard al gólem.
- Gracias – respondió el gólem plateado.
- ¡Ah! ¡Y hablas!. – Sonrió Gerrard
- Las reliquias son herencia de tu familia
Gerrard. Llegado el momento se me pidió que te las entregara – comentó Sidar. –
Mientras estés en Yavimaya, Karn
cuidará de las reliquias, como lo ha hecho siempre.
- ¿Karn? – preguntó Gerrard.
- Es mi nombre – dijo sonriendo el gólem plateado.
- ¿Por qué hasta ahora te conozco? – Dijo Gerrard
frunciendo el ceño.
-
Desde que llegamos, siempre he estado aquí…
dentro de la tienda de Sidar. Se me pidió cuidar de las reliquias y es lo que
he hecho… Dentro de la tienda del Kondo no se permite…
- Si, si… ya entiendo – interrumpió Gerrard.
- A medio día será el rito de iniciación de Vuel,
ve a prepararte Gerrard – Le indicó Sidar, mostrándole la salida de su tienda.
Gerrard salió.
- Has hecho un buen trabajo, Kondo. – dijo Karn –
Mi deber es protegerlo, pero tu idea de que no sintiera que alguien lo
protegía, porque eso lo haría más hábil y no dependiera de mí, fue buena.
- No fue mi idea, Karn – respondió el Sidar.
ooo
Llegó el mediodía. El rito
debía comenzar. Sidar lideraba la ceremonia con todos los hombres fuertes de la
tribu detrás de él. Mucho más atrás estaba Gerrard. Aunque aceptado y querido
en la comunidad, Gerrard seguía siendo un extranjero. Se le permitía apreciar
las tradiciones, pero no participar en ellas. El rito de iniciación consistía en
escalar un risco lleno de espinas. El risco se elevaba más de 70 metros. “Nada
que Vuel no haya hecho antes” pensó Gerrard, confiando en que su hermano lo
lograría sin problemas. A la distancia vio que Vuel se preparaba. Sólo estaba
esperando a que los tambores dejaran de sonar. Vuel se sentía listo. La ropa
ceremonial que Starke le había colocado, no era la mejor para la movilidad,
pero la adrenalina del Ritual lo mantenía alerta. Buscó a Gerrard con la
mirada. Le sonrió y los tambores dejaron de sonar.
Vuel empezó a escalar la pendiente. No solo había espinas sino insectos que vivían ahí, insectos hostiles. Vuel estaba concentrado y transpiraba bastante, pero pensó que era la pintura ceremonial que le había aplicado su maestro Starke. Llevaba ya la mitad escalada, cuando su vista se empezó a nublar. Su respiración aumentaba. Algo no estaba bien.
Gerrard observaba, cuando vio que Vuel se detuvo. Gerrard dio un paso adelante. A Vuel le faltaban escasos 4 metros para llegar a la cima. “Vamos… tú puedes” pensaba Gerrard. Vio caer a su hermano. Corrió a tratar de atraparlo con todos los hombres viendo, Sidar incluido. No logró atraparlo pero Vuel cayó Sobre Gerrard, salvando su vida. Sin embargo, el rito no había sido completado. Vuel había fallado.
Los hombres de la tribu no
estaban contentos. Además de que había fallado, un extranjero había interferido
en el destino reservado a los que tomaban el rito y fallaban. Sidar trató de
calmarlos. La aldea de los Kondo hervía. Las noticias llegaron rápido y todo el
pueblo, tanto mujeres y ancianos, creían que era un mal augurio el que Vuel
hubiera sobrevivido gracias a Gerrard. Dentro de la tienda que compartían, estaban
Vuel y Gerrard esperando a Sidar, cuando éste entró acompañado de Starke.
-
Terrible día fue hoy – dijó Sidar, severo – La
situación escapa a mis manos. Los hombres han hablado. Vuel será desterrado
mañana y Gerrard ejecutado la próxima Luna Nula.
-
¡Debiste haberme dejado morir! – soltó Vuel
viendo a Gerrard.
-
¡Lo siento!, no pensé que –
-
Así es Gerrard, no pensaste – le dijo Starke –
¿Así agradeces a Sidar todo lo que ha hecho por ti? Lo humillaste –
-
¡Silencio! – pidió Sidar Kondo. – Estoy decepcionado… de ambos. Éste día no está terminando como pensé. Vuel no será el nuevo Kondo
a mi muerte y tu Gerrard… Sígueme. – le ordenó. – Vendré en un momento a hablar
con ustedes– dijo dirigiéndose a Starke y a Vuel.
Vuel y Starke quedaron solos.
Vuel se llevó las manos a la cara, sentado. Starke de pie lo miraba.
- Te lo dije – soltó Starke – Gerrard quiso
quitarte el liderato del Kondo, pero su jugada le salió mal.
-
Debió de haberme dejado morir…
- Dejarte morir no hubiera hecho que lo consideraran
para el Kondo. Si hubieras muerto otro hombre se hubiese postulado para el
rito. Gerrard no pertenece a la tribu, nunca le hubieran dado oportunidad. Te
salvó para hacerles ver a los hombres que puede ser un líder, que puede
dirigirlos. Sin embargo, su treta le salió mal.
-
… Sí… Tienes razón… - dijo Vuel, convencido.
-
Gerrard te robó tu destino, algo que era tuyo.
Tú deberías hacer lo mismo. Será ejecutado de todas maneras. ¿De qué le
servirán los artefactos que le dejó su padre?
-
¿De qué demonios éstas hablando? – pregunto Vuel.
Starke Sonrió. Le habló de cómo Gerrard llegó a la aldea y de lo que trajo consigo.
Starke Sonrió. Le habló de cómo Gerrard llegó a la aldea y de lo que trajo consigo.
IX (Mirage)
Convencidos de que Mangara se
convertiría en un dictador de las tres naciones (Zhalfir, Femeref y Suq’Ata)
y tenía ansía de poder, Kaervek y Jolrael planearon una emboscada. No confiaban ya en
las intenciones de Mangara. Sus dotes de pacificador los había hecho creer que
el propósito de Mangara no siempre fue estudiar los fenómenos temporales de la
Isla de Teferi. Este pensamiento crecía en la mente de Jolrael, y Kaervek lo
alimentaba constantemente con palabras que la maga quería escuchar. El plan,
ideado por Jolrael, consistía en que Kaervek comenzara a esparcir rumores y
tensionara las relaciones entre las familias nobles de Zhalfir. La magia de
espíritus de Kaervek sería la que desarrollaría las intrigas. Hábil en el uso
de magia de sangre, sus hechizos harían que los ancestros hablaran con las familias. Para esto, Kaervek pasó varios meses viajando por
las provincias del continente jamuraano. Conociendo a las familias y pidiendo
posada al hacerse pasar como curandero, tenía acceso a los espíritus de las
familias nobles.
Jolrael sabía del respeto
que los jamuraanos otorgaban a sus muertos. Los espíritus hablarían con sus
familias haciendo que viejas rencillas volvieran a aparecer. La magia de
sangre debilitaba enormemente a Kaervek, pues utilizaba su propia sangre para
invocar a los espíritus. El objetivo de Jolrael era que en la región que
llevaban a cabo el plan, apareciera Mangara para emboscarlo.
No pasó mucho tiempo para que
Mangara llegara a investigar. Mangara llegó a Zhalfir de buen humor. Había
descansado desde su último viaje y él, más que todos, sabía que su discurso y
habilidades diplomáticas eran cíclicas. “Nadie puede tener paz por siempre”,
pensaba. Mangara viajaba solo. Nunca había sentido la necesidad de hacerlo
acompañado. No le gustaban las comitivas, eran un gasto innecesario para las
poblaciones a las que llegaba. Le gustaba además llegar un par de días antes
de lo pactado con los líderes para mezclarse entre la gente y obtener
información útil con la cual poder trabajar.
-
Bienvenido, Mangara – Lo recibió Jolrael -
¿Vienes a ver que tu gente esté tranquila?
-
Jolrael, Kaervek, aunque me da gusto verlos,
¿qué hacen aquí?
- Has faltado a nuestras reuniones – Dijo Kaervek
- ¿Se te ha olvidado por lo que estamos aquí?
-
No… pero al no haber cambios en el torrente
temporal, creí que dos magos poderosos, como ustedes, podrían manejarlo. He
estado ocupado.
- ¿Ganando simpatías? ¿Reinando sobre los señoríos?
No tienes derecho sobre la gente de Jamuraa.
-
¿De qué hablas, Jolrael? Yo no…
- ¡Silencio! Te hemos descubierto, Mangara, y hemos
venido a detenerte – Interrumpió Kaervek
Detrás de Mangara se escuchaba
un aleteo. Tres bestias se acercaban volando. Mangara volteó, alarmado. Tres espíritus se posicionaron detrás de Mangara
aprisionándolo, de los brazos.
-
¡Esto es traición! – gritó Mangara.
-
¡Tu intento por conquistar Jamuraa no se llevará
a cabo! – replicó Jolrael.
-
¿De qué hablas? – pregunto confundido Mangara -
¡Esto es una locura!
Mangara lanzó un hechizo
haciendo que las bestias que volaban hacia él desaparecieran, y al mismo tiempo él desapareció, evitando así a los espíritus de Kaervek.
-
¡¿A dónde fue?! ¡Mis bestias! – chilló Jolrael
-
¡Encuéntrenlo, espíritus! – Ordenó Kaervek
Pasados unos segundos Mangara
volvió a aparecer hincado a unos metros de dónde estaban Kaervek y Jolrael. Con
él aparecieron las bestias que, desorientadas, cayeron al suelo.
-
Esto es un error… - Dijo Mangara – trató de
decirlo serenamente, pero en su mano preparaba un hechizo – Hablemos, amigos.
Jolrael miró a Kaervek. La
maga bajó los brazos y abrió la boca.
-
¡No! – gritó Kaervek – en el instante en que
sacaba de entre sus ropas un amuleto, apuntando a Mangara, que gritaba de dolor.
Kaervek sostenía el amuleto,
que irradiaba una luz ámbar, hacia Mangara, Jolrael veía cómo el mago se
reducía a una diminuta figura siendo atrapado en el amuleto: La Prisión Ámbar. Jolrael había
escuchado sobre el artefacto, pero no había visto como era usado. Mangara quedó
atrapado dentro del cristal ámbar, del tamaño de la mano de Kaervek.
-
Ten – dijo Kaervek entregándole la piedra a
Jolrael – Guárdala en algún lugar seguro.
-
¿Por qué lo encerraste? Dijo que quería hablar –
Jolrael sonaba molesta - Creo que merecía al menos eso.
-
Viste que tenía un hechizo en su mano. Pudo
habernos atacado.
-
¿A los dos? Debimos darle el beneficio de la
duda. Nosotros fuimos quienes lo atacamos.
Kaervek seguía mostrándole el
amuleto ámbar a Jolrael y tenía la mano extendida hacia ella, pero cambio la
plática.
-
Debemos movernos rápido. Detectar quienes de los
jefes de los clanes de Zhalfir, Suq’Ata Y Femefer son leales a Mangara y no a
Jamuraa… a un verdadero jamuraano… a alguien como tú.
-
Sabes que no me interesa la política. -
Respondió Jolrael
Jolrael tomó el amuleto ámbar.
Lo guardó en sus ropas. Recordó la época en la que, antes de la llegada de
Mangara, había guerra por territorios entre las naciones jamuraanas. “Era buen
político”, tenía que reconocer eso de Mangara. La maga recordó que tras la
desaparición de Teferi, fue cuando las disputas empezaron entre los tres
estados. “Espero no suceda lo mismo con la desaparición de Mangara”.
-
Sabes que no seré buena compañía en la ciudad.
Iré al bosque de Mwonvuli a descansar. ¿Te parece si nos vemos después para
revisar la Isla de Teferi? – preguntó Jolrael.
-
Te mandaré mensaje entonces.
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