-
¡Whoa! ¡Por la Diosa! ¡Que viaje! – exclamó Harbin, mientras las nubes se disipaban
con el viento.
Harbin había estado volando
dentro de una tormenta por días, sin dormir y con pocos víveres. Se había
presentado como voluntario ante su padre, Urza,
para formar una avanzada dedicada a la búsqueda de recursos. Las tormentas
alrededor de la isla de Argoth eran
la forma en la que Titania, la
hechicera Maro que custodiaba la isla, defendía el entorno de esta, sin embargo,
Harbin logró atravesarlas, por suerte.
Así, mientras el cielo se despejaba
ante Harbin, este alcanzó a ver el esplendor de Argoth. Educado para la guerra que había iniciado incluso desde
antes que él naciera, Harbin vio
ante sí toda una vida llena de recursos naturales que podrían ser utilizados
por Urza, su padre. “Esto nos dará
la victoria”, pensó. Su ornitóptero se posó en las costas. Hábil, como su
padre, comenzó a arreglar los problemas de su artefacto volador mientras hacía
cálculos en su mente sobre la ubicación de la tierra recién descubierta.
“Necesito algo de madera”, pensó. Por suerte había mucha regada alrededor de la
playa, no hubo necesidad de cortar madera viva. Con el tóptero listo, Harbin
marcó las coordenadas de la ubicación de la isla y se retiró, sin darse cuenta de
que durante toda su estancia fue observado por un elfo. Harbin partió y el elfo
dio aviso a Titania.
ooo
-
¡Hijo, estás bien! – soltó con alegría Kayla bin-Kroog, mientras abrazaba a un
cansado Harbin.
-
Si mamá ¡y vengo con excelente noticias para mi
padre! ¿Dónde está?
-
¿Dónde más? – respondió Kayla con un dejó de
angustia en su voz.
-
¡Iré a decírselo! – respondió Harbin mientras
corría y se despedía de su madre.
Kayla bin-Kroog había estado casada con Urza más de la mitad de su vida. El matrimonio, resultado de un
arreglo que tuvieron el padre de Kayla y el mismo Urza, no había sido fácil, ni
remotamente alegre. No dudaba del cariño que Urza alguna vez le transmitió,
pero ella hubiera querido más, especialmente de jóvenes. Kayla recordaba que, en
la noche de bodas, Urza dejó el lecho nupcial para ir a la biblioteca del padre
de ella a estudiar un libro escrito por la civilización Thran. Y así había sido toda su vida. Kayla había pasado el inicio
de su matrimonio viajando con Urza, como lo dictaba el protocolo, pero entre más
se había alargado la guerra, el carácter de Urza había cambiado. Kayla optó por
no seguirlo más y quedarse en el palacio que le había dejado su padre.
Harbin llegó al estudio de su padre, en donde Urza tenía en el suelo papeles, maquetas y diseños de lo que
deseaba construir para dar fin a lo que era una guerra que le había llevado
toda una vida, consumiendo mente y espíritu.
-
Padre… ¡Padre!
-
No hay necesidad de gritar… ¿Qué sucede? –
respondió Urza, fastidiado.
-
Encontré nuestra
victoria…
Las noticias de Harbin,
alegraron y a la vez llenaron de ansia a Urza. Pronto, una flota de barcos
fueron enviados por Urza a hacer reconocimiento con órdenes de obtener toda la
madera posible. Algunos barcos no lograron pasar la barrera protectora que Gaea había sostenido después de que Titania, la protectora de la isla, le
hubiera informado de que humanos habían dado con la ubicación del lugar. Sin
embargo, el daño fue hecho por aquellas embarcaciones que sí lograron atravesar.
Docenas de personas, leñadores e ingenieros embarcaron en Argoth y poco a poco el ecosistema de la playa fue cambiando al ser
cortados cientos de árboles para obtener la preciosa madera.
Rumores de que Urza estaba una vez más preparándose
para atacar llegaron a su hermano y rival, Mishra.
Sus espías le informaron del
descubrimiento de una isla con vastos recursos. Mishra ordenó obtener copias de
los mapas y notas de Urza. Estaba determinado a obtener él mismo esos recursos
antes que su hermano. Mishra preparó una flota y se dirigió a Argoth, con él a
la cabeza. Evitando el asentamiento de los hombres de Urza, el campamento que
estableció Mishra fue ubicado más al sur que el de sus enemigos. Sin perder
tiempo, Mishra y sus hombres comenzaron también la tala y recolección de
madera.
Una noche, mientras todos los
hombres dormían, el campamento fue emboscado por elfos. Mishra y sus hombres repelieron el ataque, pensando al inicio que
se trataba de los hombres de Urza. Curtidos
en la guerra, después de tantos años, no tuvieron problema para evitar bajas e
incluso capturar a algunos elfos. Mishra llevó a cabo los interrogatorios.
-
Dime… ¿fueron enviados por mi hermano?...
¿fueron enviados por Urza?
-
…
-
No lo preguntaré una vez más…
-
…
-
Mátenlos.
La orden de Mishra se ejecutó, mientras éste se
preguntaba del porqué del ataque de los elfos, sin embargo, su respuesta fue
obvia:
-
Hemos
invadido su hogar.
Adaptación del poema épico The Antiquities War, escrito por Kayla bin-Kroog
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