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La orden que Selenia había recibido de Volrath, encontrar la Weatherlight
sobre la zona en que había caído, la tomó como oportunidad para ver a
Crovax. Y fue eso lo que hizo. Escondida entre el follaje espeso de los árboles
del Bosque Skyshroud, y utilizando su habilidad para encontrar y detectar a Crovax, Selenia vio como aquel hombre
al cual había cuidado desde niño, ayudaba a sus compañeros de tripulación, y el
amor por él, creció.
La vida de Selenia había sido
una vida llena de servicio. Poco a poco llegaban a ella recuerdos desde su
nacimiento en un plano lleno de luz hasta la oscuridad casi permanente de Rath. Siempre dispuesta a servir, la
tragedia de su vida fue que siempre hubo alguien por arriba de ella, haciendo
que su libre albedrío siempre estuviera comprometido. Desde que cuidó a Crovax,
siempre tuvo cariño por el niño que vio crecer hasta verlo convertido en
hombre. Atada al artefacto que la ligaba a la familia de Crovax no podía
hablar, pues el artefacto se lo impedía, pero eso no significaba que no tuviera
deseos de hacerlo.
Desde el momento en que Crovax
llegó junto con Gerrard y la tripulación de la Weatherlight a Rath, el corazón
de Selenia se había alegrado. Ya era
libre del artefacto que le impedía hablar ya que Crovax lo había destruido (en
un intento para liberarla y que el amor que él le profesaba le fuera devuelto)
y por fin podía comunicarse con él. Sin embargo, su amo Oscuro le había
prohibido una última cosa: decirle a Crovax lo que ella sentía por él.
Odiaba estar en esta posición
de servidumbre. “Al menos ella, mi antigua señora, lo único que me pedía era
proteger su reino”, pensó, recordando una vida pasada que era muy lejana. Atada
a su condición y odiando a Volrath por haberla puesto en la posición en la que
era posible matar a Crovax, su última orden, había sido que detuviera a Gerrard
y matara a los otros. Pero no pensaba cumplir esa orden. No podía matar al
hombre que amaba. Sólo esperaba que Crovax lo supiera.
-
¡Tú! – gritó Crovax, lleno de un enojo que
crecía en su interior. - ¡Traidora!
-
Los demás pueden pasar. – Respondió Selenia, calmada. – No me interesa su
búsqueda… Pero Crovax se queda aquí,
conmigo.
El enojo se convirtió en ira,
haciendo que Crovax jurara acabar con la vida del ángel por su traición.
-
Me abandonaste… ¡Te liberé y me abandonaste!
-
Crovax…
gracias a ti el Amo me recompensará… serás mío.
-
¡Calla! – Crovax,
furioso, se lanzó al ataque en contra de Selenia.
-
¡Crovax! ¡Detente! – ordenó Gerrard, pero fue
inútil.
Crovax, a pesar de sus habilidades, no era contrincante para
Selenia. La ángel había sido creada hace más de mil años y había tenido toda
una vida de servicio como guardián y protectora. Cada sablazo que Crovax
enviaba, era contrarrestado de manera ágil y con gracia por Selenia. El puente en el que estaban
era angosto, Selenia sabía que Crovax podía caer.
-
Serás mío
Crovax… tú y yo… seremos…
-
¡No! Me abandonaste… y apareces aquí junto al
enemigo… ¡Te odio!
Las últimas palabras hicieron
que Selenia tomara una posición
ofensiva, en vez de defenderse del ataque de Crovax, haciendo que éste último
empezara a retroceder. Fue tal la embestida de Selenia, que hizo caer al
guerrero. Pero al hacerlo Selenia misma dio un paso atrás.
-
No… no debe ser así… - dijo el ángel. – Quiero agradecerte… con su
muerte… el amo…
Gerrard y los demás estaban
inmóviles. Mirri, en particular,
parecía darse cuenta de que Selenia parecía tener un conflicto, algo que ella
entendía muy bien por el amor que sentía por Gerrard, pero que no era correspondido.
Para la guerrera felina, Selenia
estaba siendo forzada a pelear por algo de lo cual el ángel no tenía control.
-
¿Agradecerme? No te escuché decir palabra alguna
por años y ¿lo primero que metes en mi cabeza es que quieres agradecerme?
¡¿Agradecer qué?! ¿Que gracias a tu traición podrás ser suficientemente buena
para ese amo tuyo? ¡Yo era tu amo! ¡Eras mía y me abandonaste! ¡Te odio! ¡Te
mataré!
-
Quizá lo nuestro no es amor – Selenia respondió,
con el rostro cambiado y furia en sus ojos.
Con Crovax a su merced, el ángel estaba dispuesta a dar el último
golpe, cuando Mirri saltó entre
ellos, defendiendo a su amigo, pero llevándose una herida mortal.
-
¡Mirri! ¡No! – La guerrera felina fue tan rápida
que Gerrard no tuvo tiempo de
reaccionar.
El acto de Mirri le dio tiempo
suficiente a Crovax de recuperar su balance y dar una estocada al ángel, quien
posó su mirada en Crovax con los ojos llenos de lágrimas.
-
No… yo te… Crovax
amor mío…
-
¿Eh? – Crovax, atónito, escucha en su mente la
voz de Selenia.
-
Perdóname
por no haberte protegido… Quiero agradecerte por venir aquí y dejarme
verte…recuerda que siempre te amé…
-
Tu destino está completo. Ahora me
perteneces. – dijo una voz
gutural.
-
¡Tú no eres Selenia! – Crovax posaba su mirada
en una sombra que sólo él veía.
Selenia expiró, dejando a Crovax pensando en las últimas palabras
que aún resonaban en su mente. Inmediatamente después de morir, Selenia se desvaneció
en cientos de fragmentos, muchos cayendo en la piel de Crovax. La maldición de
Crovax, de matar todo lo que había amado se cumplió. Crovax sintió su mente colapsar. Garras y colmillos comenzaron a
crecer en sus manos y boca. El color de sus ojos cambió. La maldición lo
convirtió en un ser maldito, ya no era humano, ahora era un vampiro. Con el
peso de haber matado al ser amado, Crovax se desmayó. Tahngarth logró tomarlo del cuerpo antes de que cayera del puente.
-
Mirri… ¡por la Diosa!... – Gerrard estaba desesperado. No había sangre en el cuerpo de Mirri,
pero la herida era profunda
-
¿Qué clase de arma blandía ese ángel?
-
Debemos movernos rápido.
Gerrard estaba en una mala
posición. Su grupo, ahora de seis, consistía de dos heridos y un pacifista.
-
¿Cuánto falta para llegar con Volrath? – preguntó
Gerrard a Starke.
-
Su Sala de Sueños está cerca, debo de orientarme
al salir de este puente.
-
Bien. Tahngarth, Karn, debo pedirles que lleven
a Mirri y a Crovax a la nave para que los atienda Orim. Los ungüentos que nos dio no servirán contra lo que les pasa.
-
No –
contestó el gólem de plata.
-
¿No?... Karn, acabas de vivir una experiencia
traumática al matar demasiadas veces… sé de tu voto pacífico… si ocupáramos
pelear no me sirves.
-
Debo de encontrar el Legacy y sé dónde está. – respondió
Karn, quien comenzó a caminar.
-
¿Y si te vuelven a capturar? ¡Karn!
-
Sabré resistir. Dos veces he perdido el Legacy…
nunca más. – Karn dijo esto mientras seguía un rastro.
-
Bien, no quiero discutir. No hay tiempo. Tahngarth, por ese corredor llegarás a
la Weatherlight. Necesito que le
digas a Hanna que mueva la nave a la
sala que indica Starke. ¿Cómo es la sala?
-
Es la única que tiene cristal. Es fácil ubicarla
y más por aire – respondió Starke.
-
Tendrás que regresar ahí, Karn.
-
Lo haré. Confía en mí, Gerrard. – El gólem le
dedicó una sonrisa.
Thangarth subió a sus hombros
a Mirri y Crovax. Karn se adentró en la Fortaleza y Gerrard, junto con Starke,
se dirigieron hacia la Sala de Sueños, pero primero debían de cruzar un jardín.
Al separarse, Gerrard tuvo un
mal presentimiento. Desde que llegaron a Rath,
él, junto a la tripulación, se había visto arrastrado por las circunstancias. Aún
tenían que rescatar a Sisay, pero lo
que debía ser una misión rápida y encubierta había desencadenado una guerra a
los mismos pies de la Fortaleza. Simplemente, al llegar a Rath fueron
emboscados, robados y descubrieron que el propio plano tenía sus problemas.
Encontraron aliados, pero aún estaba en duda si regresarían a Dominaria.
Gerrard comenzó a pensar en cada uno de sus compañeros: Tahngarth hecho prisionero y torturado hasta cambiar su apariencia…
Karn siendo obligado a romper su
juramento pacifista… Crovax
convertido en vampiro… Mirri herida
de muerte…
Todo había pasado muy rápido y
de pronto se dio cuenta que estaba sólo con Starke dirigiéndose directamente a Volrath. Ya no tenía a Mirri para cuidarle la espalda. La
actitud de Starke era ambigua. Gerrard no lograba descifrar si sería aliado o
traidor frente a Volrath. ¡Crovax convertido en vampiro! Todavía no lo
asimilaba… “Nuestros destinos nos marcan aún cuando queremos escapar de ellos”,
pensaba mientras seguía avanzando.
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