Tempest
7
En los alrededores del enorme portal, se escuchaba el viento pasar entre las rocas. Un par de figuras apenas se notaban ante la magnitud del colosal artefacto, un mago humano y una soltari. Ertai se relajó un poco. Ya no mantenía el hechizo estático sobre
su atacante.
-
No debiste haberme atacado. Me gusta dialogar. – Soltó el joven mago.
-
Me disculpo.
-
Entonces tu nombre es Lyna… ¿y dices que vienes de Dominaria?
-
Toda la vida que existe en Rath, en algún
momento llegó de Dominaria. Nosotros sólo queremos regresar. Ayúdanos, mago.
¡Por favor!
-
¡Todo esto se complica! – exclamó Ertai,
llevándose las manos a la cara. – Yo no estoy al mando, podría hacerte un
juramento, pero no depende de mí decidir si podremos ayudarlos.
-
Mientras consigas abrir el portal, nosotros
estaremos aquí esperando. De hecho, la gran mayoría aquí estamos. Tú sólo me ves
a mí, porque soy de los pocos Soltari
que puede viajar entre el mundo de las sombras y el real.
-
¿Entonces tu gente, los Soltari, ha tratado de utilizar
el portal cuando han visto que salen los víveres y armas del otro lado? –
preguntó Ertai.
-
Sí, pero no funciona. Las cosas llegan, pero
nada puede pasar de aquí hacia allá.
-
Quizá solo pueda ser utilizado desde el lado en
el que fue abierto – concluyó Ertai.
-
Escuchamos que necesitas tiempo… nosotros, los Soltari, los Thalakos y los Dauthi
podríamos darte el tiempo necesario. Con nosotros alrededor estarás a salvo.
Nuestro poder permite que podamos atacar pero nada del mundo real nos daña.
-
¿Por qué no han apoyado a los elfos y humanos en
contra del evincar?
-
No es nuestra guerra… nosotros sólo queremos
regresar a Dominaria, y con suerte, dejar de ser sombras.
-
Explícame una vez más eso.
-
Con gusto.
“Nosotros, los Soltari de
magia blanca, junto con los Thalakos de magia azul y los Dauthi de magia negra,
somos originarios de Dominaria. De
hecho toda la vida que existe en Rath viene de Dominaria, aunque aquí se haya
desarrollado de manera diferente. Ni siquiera los seres conocidos como slivers
son originarios de Rath, pero eso sería hablar de otra cosa… Entre el plano de
Rath y Dominaria existe una interacción muy inusual, para ser planos
diferentes. Poco a poco los planos se están sobreponiendo. Tú, como eres un ser
de materia pura, no logras verlo, pero nosotros las sombras sí. Dominaria y
Rath llegarán a ser uno. Los rumores dicen que cuando llegue el momento de la Fusión,
el Amo de las Máquinas junto con Phyrexia, utilizarán el plano de Rath
como entrada a Dominaria.”
“Nuestras tribus tuvieron la
mala suerte de ser atrapadas en estás fusiones inusuales. No me malentiendas…
no es una fusión total. A veces son pedazos de tierra, algunos elementos… en
nuestro caso nuestros cuerpos. Al menos los que quedamos vivos tuvimos la
suerte de recorrer éste plano. Otros de nosotros tuvieron la mala fortuna de
caer del lado de la fortaleza del Evincar, donde por años han sido sujetos de
experimentos. Cuando nuestras tribus fueron transportadas aquí a Rath, nuestra
fusión fue incompleta, y quedamos atrapados en el mundo de las sombras,
incapaces de estar en el mundo real de Rath. Ni siquiera podemos morir. Nuestra
última oportunidad es la esperanza de que, si regresamos por ese portal,
podamos descansar en paz.”
Ertai escuchaba con los ojos muy abiertos. No podía dar crédito a
la historia de Lyna. Aquí se
encontraba, el mejor mago de su generación, en Rath, escuchando leyendas y
mitos de su plano natal, Dominaria.
-
Hablaste de Phyrexia… del Amo de las Máquinas…
creí que sólo eran historias de Dominaria, viejas leyendas. – mientras Ertai
comentaba, el semblante de Lyna cambió.
-
No… Phyrexia
es un enemigo común para todos los planos… para el multiverso. Existe y está en
movimiento.
Ooo
-
¡Vean! ¡Las paredes! – indicó Hanna
señalando las paredes del Foso.
-
Parece roca… pero ¡está viva! – exclamó Crovax.
-
Muerte por todos lados… Tratemos de bajar a
nuestros compañeros que sufrieron quemaduras. El olor aquí es demasiado penetrante
– ordenó Gerrard.
-
¡Tengan cuidado al cargarlos! No sabemos qué tan
profundas son sus quemaduras – advirtió Orim.
La tripulación que estaba con
heridas y quemaduras menores comenzó a ayudar a sus compañeros que habían
sufrido la mayor exposición al calor y que aún quedaban en cubierta. Pero no
estaban solos. De la roca de alrededor del foso emanaba un fluido negro y junto con él
aparecían esqueletos animados. Tanto del techo como de las paredes comenzaron a
desprenderse esqueletos que cayeron en cubierta y empezaron a atacar a la
tripulación.
-
¡¿Ahora qué?! – se lamentó Gerrard. - ¡Crovax! Lleva a los heridos dentro.
¡Ustedes dos ayuden! Orim, cúbreme para distraer a esos esqueletos.
Los esqueletos empezaron a
atacar a la tripulación. Algunos de ellos aún en cubierta y con quemaduras
graves murieron en el ataque. Orim y Gerrard mantenían una última línea de
defensa, mientras Crovax, Hanna, Mirri y la demás tripulación metían uno a uno
a los heridos graves que alcanzaron. Squee
estaba demasiado nervioso y comenzó a jugar con su “juguete”, lo cual comenzó a
dañar a los esqueletos, en particular uno que estaba a punto de atacar a
Gerrard. Squee, sin proponérselo, fue quien dio tiempo suficiente para cargar a
los heridos y llevarlos dentro de la nave. Gerrard y Orim defendieron la retirada
de los heridos y ejecutaron un hechizo que desvaneció por completo a los
esqueletos.
-
Eso fue asombroso – dijo Crovax, sonriendo.
-
Todo el crédito es para Hanna y Orim – respondió
Gerrard. – Hanna nos dio una idea de cómo derrotar a esas criaturas (a los slivers) y Orim nos
salvó ¡dos veces! Somos afortunados de tenerlas con nosotros.
-
Ha sido un viaje estresante. Tenemos varios
heridos. – comentó Mirri.
-
¿Cómo los ves Orim? – preguntó Hanna.
-
Algunos están graves. Tengo ungüentos, pero se
recuperaran con descanso.
-
Lo tendrán. Nuestra incursión a la Fortaleza de
Volrath será con un grupo compacto… y hemos llegado. – dijo Gerrard.
Ante la tripulación se
extendía la Ciudad de los Traidores
y en el centro, soberbia, se erguía la Fortaleza del Evincar. Al sur de ellos
se lograba ver un gran ejército que avanzaba hacia la fortaleza.
-
¡Son los elfos de Skyshroud y sus aliados
humanos! – soltó Starke.
-
Eladamri
cumplió su palabra. – Gerrard contempló la escena - Nos está dando tiempo para
penetrar la Fortaleza. Y es lo que haremos.
Gerrard estaba listo para
enfrentar a Volrath.
Fin de Tempest
Comentarios
Publicar un comentario